Apartes de la intervención del Dr. José Darío Uribe, Gerente Técnico del Banco de la República

Apartes de la intervención del Dr. José Darío Uribe, Gerente Técnico del Banco de la República, en el seminario "La Inflación y la Banca Central en Colombia", organizado por el grupo Macrópolis de la Universidad Nacional de Colombia

La relación entre inflación y crecimiento económico es un tema de gran interés, en especial bajo las condiciones actuales de la economía colombiana, de lento crecimiento del producto, alto desempleo e inflación históricamente baja.

Algunos analistas sostienen que el desempleo y el lento crecimiento de la economía son problemas mucho más serios que la inflación. A continuación proponen una política monetaria y fiscal más expansiva en los próximos años, y afirman que ello debe ser así aún si la inflación se acelera en el proceso.

Yo estoy de acuerdo en que el desempleo es el principal problema económico de este país, y que todos los esfuerzos de la política económica deben ser dirigidos a disminuirlo. Sin embargo, discrepo con quienes creen que para lograr ese objetivo se debe buscar o tolerar una mayor inflación. Políticas pro-inflacionarias sólo traerían problemas adicionales, y de ninguna manera posibilitarían un crecimiento alto y sostenido del producto y el empleo. Así lo enseña la teoría económica, la experiencia de los países y el sentido común.

La política monetaria, si bien con ciertas limitaciones en una economía abierta, puede contribuir a que la economía crezca más rápidamente cuando el producto se encuentra por debajo de su nivel potencial. La forma de hacerlo es a través de reducciones en las tasas de interés de intervención del banco, de tasas pasivas reales por debajo de su promedio histórico, de cupos amplios de Repos y reducciones de los encajes, para citar solo algunos ejemplos que aplican claramente al caso colombiano de los últimos años. Pero creo además, como lo enseña la economía clásica y keynesiana tomada con rigor, que no existe beneficio alguno que surja de aceptar mayores niveles de inflación.

Más específicamente, no comparto la idea de que si se acepta más inflación, se obtendrá mayor crecimiento económico. Tampoco comparto la versión negativa de la anterior afirmación, en la cual las acciones del Banco de la República para evitar que la inflación aumente dañan el crecimiento. Y, por último, no creo que inflación baja y alto crecimiento sean objetivos incompatibles. Todas estas afirmaciones no están sustentadas en la teoría económica, ni en la experiencia de los países, ni el sentido común cuando se tiene una visión de largo plazo del funcionamiento de las economías.

Poniendo a prueba el sentido común, y el buen juicio, preguntémonos: si más inflación permite más crecimiento, no sólo durante unos pocos meses o un año, sino de manera permanente, o en el largo plazo, ¿porqué entonces no tratamos de tener una inflación mucho mayor (ej. 50%, 100% o 1000%), y crecemos así mucho más?. La respuesta es simple: porque la inflación tiene costos en el largo plazo; porque la inflación genera más crecimiento únicamente a través del engaño de ciertos agentes económicos, en su mayoría los más débiles; y porque el engaño difícilmente puede ser permanente, con lo cual el crecimiento que se obtiene a través de mayor inflación será de corta vida.

La inflación daña el funcionamiento de la economía de diferentes formas, afectando a todo el mundo. La mayoría de los cálculos sobre los costos de la inflación, realizados por economistas de diferentes corrientes de pensamiento y formación, sugieren que por cada 10 puntos porcentuales de inflación se reduce entre 0.3 y 1 por ciento anual la tasa de crecimiento del producto. En el caso de Colombia se ha calculado ese costo en 0.5 puntos porcentuales. Como entre 1971 y 1998 Colombia registró una inflación promedio de aproximadamente 23%, el costo de no haber tenido estabilidad de precios puede haber sido cercano a crecer un uno por ciento menos, anualmente. Esta cifra, en valor presente neto, es de gran magnitud. Significa, por ejemplo, que de haber mantenido la estabilidad de precios en las ultimas 3 décadas tendríamos hoy en Colombia un nivel de ingreso per cápita aproximadamente 40% superior al que tenemos hoy.

En el corto plazo, sin embargo, la inflación puede venir acompañada de mayor crecimiento. Pero la forma en que lo hace, si bien no se presenta de manera explícita por parte de quienes quieren seducir con la idea de "comprar" crecimiento extra con más inflación, es engañando a la gente. En especial, engañando a los asalariados, a los ahorradores no protegidos y a los pensionados. Y la razón es sencilla: sin una sorpresa inflacionaria que disminuya el salario real de los asalariados y aumente las ganancias de los empresarios, la inflación no podría afectar variables reales como la producción y el empleo.

Adicionalmente, los amigos de mayor inflación con el fin de alcanzar mayor crecimiento económico olvidan, por descuido, ignorancia o mala intención, que el crecimiento que eventualmente se consigue con mayor inflación es un beneficio de corta vida. La razón es que el crecimiento adicional asociado a la mayor inflación depende de que la gente sea engañada por la inflación, y el mantener ese crecimiento adicional depende de que la gente se mantenga engañada. Mientras engañar la gente con inflación es relativamente fácil, y de hecho ocurre a menudo, mantener engañada a la gente es bien difícil, y eso es precisamente lo que se necesita para que la mayor inflación "compre" de manera sostenida mayor crecimiento.

En Colombia, al igual que en muchos otros países del mundo, el banco central tiene una meta de inflación, pero no una meta de crecimiento económico. Este enfoque, sin embargo, no es anti-crecimiento económico. Lo que una meta de inflación quiere decir es que el banco central va a promover el mayor crecimiento posible coherente con el logro de la meta de inflación, y este crecimiento puede ser, temporalmente, mayor al potencial, siempre y cuando la economía está operando con niveles no utilizados de capacidad productiva.

El sistema de metas de inflación exige al banco central una visión de largo plazo en el diseño y ejecución de su política monetaria, descartando la existencia de booms de corta duración, caracterizados por aumentos en el empleo y el producto que vienen acompañados de inflación y burbujas en los mercados de activos, fuentes de fragilidad financiera y recesiones profundas.

Bogotá.