Billete de 5.000 pesos - Edición conmemorativa de 1995

Edición conmemorativa del poeta José Asunción Silva



A partir del 22 de septiembre de 1995 se dieron a circulación los billetes de $5.000 con lo cual se rinde un homenaje al más grande de nuestros poetas, José Asunción Silva.

Para los colombianos de hoy, y así lo ha querido reconocer el Banco, Silva es la figura central de la poesía colombiana, el fundador de las vertientes poéticas que han llegado hasta hoy y el autor de poemas que, como el Nocturno, ya forman parte de nuestra sensibilidad y nuestra herencia cultural.

cimiento especial de parte del Banco merece el maestro Juan Cárdenas, autor del diseño de los principales motivos para este signo monetario, y las personas de Colombia y de fuera del país que colaboraron para entregar este nuevo billete a la circulación.


JOSÉ ASUNCIÓN SILVA


Es el poeta más importante y universal en la historia de las letras colombianas. Nació en Bogotá el 27 de noviembre de 1865, hijo de don Ricardo Silva y doña Vicenta Gómez. Su padre, acaudalado comerciante de mercancías de lujo importadas y escritor costumbrista por pasatiempo, le trasmitió el interés por la literatura, el gusto por la vida refinada y un particular sentido del distanciamiento de la sociedad.

José Asunción fue el mayor de seis hermanos. Los tres que le siguieron murieron muy jóvenes. Julia, la menor, fue la única que le sobrevivió. Su cuarta hermana, Elvira, despertó un especial cariño en el poeta y llegó a ser considerada la mujer más bella de Bogotá falleció en 1891, dejando una marca indeleble en la sensibilidad de Silva, quien en 1892 escribió en su recuerdo el famoso Nocturno III, publicado en 1894, hoy considerado justamente como el más grande poema de la literatura colombiana.

La educación escolar del joven José Asunción tuvo lugar en tres colegios particulares, por cortos períodos. Mostró gran inclinación por los estudios y el arte, y desde los doce años despertó celos y burlas de sus compañeros por su peculiar costumbre de vestir trajes de terciopelo europeo, corbatas de raso y reloj de plata, y por su inusual cartera de marfil con tarjetas de visita.

La formación local la complementó con lecturas de los románticos franceses, mientras trabajaba, desde los trece años, en el almacén paterno como mensajero y dependiente de mostrador. Don Ricardo, que sostenía amena tertulia en su residencia con los principales intelectuales bogotanos, dedicó a su hijo mayor en 1883 el libro Artículos de costumbres, único que publicó cuatro años más tarde moriría, dejando numerosas deudas y las finanzas familiares prácticamente en ruina.

A los diez años redactó "La primera Comunión". Siete años después publicó su primera traducción del francés en el Papel Periódico llustrado. Hasta los dieciocho años, antes de viajar a Europa, colaboró con versos en algunas publicaciones periódicas y compuso un volumen titulado Intimidades.

El viaje a Europa tuvo lugar en 1885, a los veinte años de edad. Regresó a Bogotá en 1886, convertido en un refinado y sensible dandy, imbuido de la vanguardia francesa de los pintores impresionistas, las novelas naturalistas y el simbolismo. En 1886 aportó ocho poemas para la antología La lira nueva, en la que participaron algunos de los jóvenes poetas de la época. También aparecieron versos suyos en Parnaso colombiano, otra importante antología. Fueron los dos únicos libros en los que publicó sus poesías en vida.

Entabló amistad con Baldomero Sanín Cano y a la muerte de don Ricardo en 1887, descubrió que la guerra civil de 1885, la implantación del papel moneda de curso forzoso, la inestabilidad de la tasa de cambio y los elevados intereses, habían debilitado de manera grave la economía familiar. Tras una corta vida de joven rico en Europa, donde afinó sus gustos artísticos, se encontró con la urgencia de sostener a su madre y sus dos hermanas. Al tiempo que escribía, siempre ocultó sus dificultades económicas y nunca modificó sus maneras aristocráticas, sus gustos refinados y el distanciamiento de la sociedad bogotana que lo veía con recelo. "Todo respiraba en él distinción y rareza", escribió el poeta Guillermo Valencia.

Debió hacer frente a 52 demandas ejecutivas. En realidad, Silva heredó una quiebra que a pesar de sus esfuerzos nunca logró solventar. En agosto de 1894 viajó a Caracas a desempeñar el cargo de secretario en la representación diplomática de Colombia, nombrado por Miguel Antonio Caro, lo cual le proporcionó temporal alivio económico. Allí se dedica a las tareas de oficina, a la escritura de poemas y a su única novela De sobremesa, en la que se ha visto un autorretrato del autor. Por razones desconocidas solicitó una licencia en 1895. El vapor en el que regresaba zozobró en costas colombianas. Los pasajeros salvan la vida pero no el equipaje. Se dice que Silva perdió un baúl que contenía lo mejor de su obra, escrita en Caracas.

En Bogotá se aplica al establecimiento de una fábrica de baldosines de colores, que en Venezuela tenían gran aceptación. Al tiempo, rehace parte de los escritos perdidos, entre ellos la novela y el Libro de versos. Ilusionado con la incipiente aventura industrial, no acepta otro cargo diplomático en Centroamérica. Pero los bogotanos no están para azulejos ni mosaicos. Liquida la empresa y con ella la ilusión de recuperar el bienestar económico.

El 23 de mayo de 1896 se reúne en la noche con unos cuantos amigos en su residencia. El mismo día, el médico Juan Evangelista Manrique luego de un examen y a solicitud del poeta, le había señalado con una cruz en el pecho el lugar del corazón. Al día siguiente, un domingo, Silva fúe encontrado muerto en su lecho. No había cumplido 31 años. Un revólver estaba envuelto en las cobijas. En la mesa de noche llamó la atención E1 triunfo de la muerte de Gabriel d'Annunzio. Había invertido los últimos cuatro pesos que tenía en el banco en un ramo de flores para Julia, la hermana menor.

Su muerte dio nacimiento a la leyenda. Nunca publicó un libro con sus poemas, los cuales fueron poco conocidos en Bogotá y recitados de memoria por algunos en Cartagena y Caracas. A partir de 1908 comenzaron a ser divulgados en distintas ediciones. El Libro de versos, de sobremesa y Prosas, aparecieron en los años veinte, con algunas censuras dictadas por el decoro de la época. Inauguró una originalidad que al decir de Unamuno estaba en el ritmo interior. Toda su producción cabe en menos de cuatrocientas páginas, estudiadas y comentadas prolijamente en varios volúmenes de superior extensión.

La poesía de José Asunción Silva da inicio en Colombia a la literatura moderna. Puede leerse hoy, 99 años después de muerto, como la de un contemporáneo.