Reservas internacionales

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), son los “activos externos que están disponibles de inmediato y bajo el control de las autoridades monetarias para satisfacer necesidades de financiamiento de la balanza de pagos, para intervenir en los mercados cambiarios a fin de influir sobre el tipo de cambio y para otros fines conexos (como el mantenimiento de la confianza en la moneda y la economía, y servir como base para el endeudamiento externo)”. Estos activos deben “ser líquidos, estar denominados y ser liquidados en monedas extranjeras convertibles”. Además, el control por parte de las autoridades monetarias sobre ellos debe ser directo y efectivo.

 

El Banco mantiene reservas internacionales en cuantías que considera suficientes para intervenir en el mercado cambiario apoyando el cumplimiento de los objetivos de política monetaria, y facilitando el acceso del Gobierno y del sector privado a los mercados internacionales de capitales. Estos activos pueden ser usados de manera contingente para realizar pagos al exterior (como importaciones, intereses de deuda externa, entre otros), por lo que su monto es determinante en la percepción de la capacidad de pago de los prestatarios nacionales por parte de las agencias calificadoras de riesgo y prestamistas externos. Su administración se efectúa sujeta a los criterios de seguridad, liquidez y rentabilidad.